Escribir alivia el alma de niños, adolescentes y adultos.


Es soñar con los ojos abiertos.


Jugar en un mundo inventado.


Recrear la imaginación dormida.


lunes, 7 de febrero de 2011

MARCHA DE OSIAS EL OSITO

Osías el Osito en mameluco
paseaba por la calle Chacabuco
mirando las vidrieras de reojo
sin alcancía pero con antojo
Por fin se decidió y en un bazar
todo esto y mucho más quiso comprar.

Quiero tiempo pero tiempo no apurado,
tiempo de jugar que es el mejor.
Por favor, me lo da suelto y no enjaulado
adentro de un despertador.
Quiero un río con catorce pececitos
y un jardín sin guardia y sin ladrón.
También quiero para cuando este solito
un poco de conversación.
Quiero cuentos, historietas y novelas
pero no las que andan a botón.
Yo las quiero de la mano de una abuela
que me las lea en camisón.
Quiero todo lo que guardan los espejos
y una flor adentro de un raviol
y también una galera con conejos
y una pelota que haga gol.
MARÍA ELENA WALSH

miércoles, 26 de enero de 2011

BIENVENIDO 2011



LES DEJO ALGUNAS FRASES DE "EL PRINCIPITO"
  • “Todas las personas mayores fueron al principio niños. (Aunque pocas de ellas lo recuerdan.)” 

Fuente: Dedicatoria
  • “Las personas mayores nunca son capaces de comprender las cosas por sí mismas, y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.”
    Fuente: Capítulo I
  • “Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer.”
    Fuente: Capítulo II
  • “Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos.”
    Fuente: Capítulo III
  • “Pero nosotros, que comprendemos la vida, nos burlamos de los números.”
    Fuente: Capítulo IV
  • “A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: “¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?” Pero en cambio preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?” Solamente con estos detalles creen conocerle.”
    Fuente: Capítulo IV.
  • “Es una cuestión de disciplina, – me decía más tarde el Principito -. Cuando por la mañana uno termina de arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta.”
    Fuente: Capítulo V
  • “Conozco un planeta en el que vive un señor muy colorado. Nunca ha olido una flor. Nunca ha contemplado una estrella. Nunca ha amado a nadie. Nunca ha hecho otra cosa que sumas. Se pasa el día diciendo, como tú: “¡Soy un hombre serio! ¡Soy un hombre serio!”, lo que le hace hincharse de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un hongo!.”
  • “Es tan misterioso el país de las lágrimas…”
    Fuente: Capítulo VII
  • “No se debe nunca escuchar a las flores. Sólo se las debe contemplar y oler. La mía perfumaba mi planeta, pero yo no era capaz de alegrarme de ello.”
    Fuente: Capítulo VIII
  • “Si yo ordenara -decía frecuentemente-, si yo ordenara a un general que se transformara en avemarina y el general no me obedeciese, la culpa no sería del general, sino mía”.
    Fuente: Capítulo X
  • “Se debe pedir a cada cual, lo que está a su alcance realizar.”
    Fuente: Capítulo X
  • “Bebo para olvidar que soy un borracho”
  • “Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante.”
  • “Lo hermoso del desierto es que en cualquier parte esconde un pozo”
  • “Los hombres ocupan muy poco lugar sobre la Tierra… Las personas mayores no les creerán, seguramente, pues siempre se imaginan que ocupan mucho sitio.”
  • “No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.”
  • “Para los vanidosos todos los demás hombres son admiradores.”
  • “Si alguien ama a una flor de la que sólo existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas.”
  • “Sólo se conocen bien las cosas que se domestican”
  • “No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”.
  • “Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Tampoco tú tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo…”
  • “Y cuando te hayas consolado (uno siempre termina por consolarse) te alegrarás de haberme conocido”
  • “¿Y de qué te sirve poseer las estrellas?
    -Me sirve para ser rico.
    -¿Y de qué te sirve ser rico?
    -Me sirve para comprar más estrellas.”
  • “Me creía rico con una flor única y resulta que no tengo más que una rosa ordinaria”
    Fuente: Dialogo entre el Principito y el zorro
  • “Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya”
  • “Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso”
  • “Únicamente los niños saben lo que buscan. Pierden el tiempo con una muñeca de trapo que viene a ser lo más importante para ellos y si se la quitan, lloran…”
Siempre es tiempo de leer “El Principito”, aunque lo esencial es invisible a los ojos…

viernes, 18 de junio de 2010

El Flautista de Hamelin

Hace mucho, muchísimo tiempo, en la próspera ciudad de Hamelín, sucedió algo muy extraño: una mañana, cuando sus gordos y satisfechos habitantes salieron de sus casas, encontraron las calles invadidas por miles de ratones que merodeaban por todas partes, devorando, insaciables, el grano de sus repletos graneros y la comida de sus bien provistas despensas. Nadie acertaba a comprender la causa de tal invasión, y lo que era aún peor, nadie sabía qué hacer para acabar con tan inquitante plaga.

Por más que pretendían exterminarlos o, al menos, ahuyentarlos, tal parecía que cada vez acudían más y más ratones a la ciudad. Tal era la cantidad de ratones que, día tras día, se enseñoreaba de las calles y de las casas, que hasta los mismos gatos huían asustados.

Ante la gravedad de la situación, los prohombres de la ciudad, que veían peligrar sus riquezas por la voracidad de los ratones, convocaron al Consejo y dijeron: "Daremos cien monedas de oro a quien nos libre de los ratones".

Al poco se presentó ante ellos un flautista taciturno, alto y desgarbado, a quien nadie había visto antes, y les dijo: "La recompensa será mía. Esta noche no quedará ni un sólo ratón en Hamelín".

Dicho esto, comenzó a pasear por las calles y, mientras paseaba, tocaba con su flauta una maravillosa melodía que encantaba a los ratones, quienes saliendo de sus escondrijos seguían embelesados los pasos del flautista que tocaba incansable su flauta.

Y así, caminando y tocando, los llevó a un lugar muy lejano, tanto que desde allí ni siquiera se veían las murallas de la ciudad. Por aquel lugar pasaba un caudaloso río donde, al intentar cruzarlo para seguir al flautista, todos los ratones perecieron ahogados.

Los hamelineses, al verse al fin libres de las voraces tropas de ratones, respiraron aliviados. Ya tranquilos y satisfechos, volvieron a sus prósperos negocios, y tan contentos estaban que organizaron una gran fiesta para celebrar el feliz desenlace, comiendo excelentes viandas y bailando hasta muy entrada la noche. A la mañana siguiente, el flautista se presentó ante el Consejo y reclamó a los prohombres de la ciudad las cien monedas de oro prometidas como recompensa. Pero éstos, liberados ya de su problema y cegados por su avaricia, le contestaron: "¡Vete de nuestra ciudad!, ¿o acaso crees que te pagaremos tanto oro por tan poca cosa como tocar la flauta?".Y dicho esto, los orondos prohombres del Consejo de Hamelín le volvieron la espalda profiriendo grandes carcajadas.

Furioso por la avaricia y la ingratitud de los hamelineses, el flautista, al igual que hiciera el día anterior, tocó una dulcísima melodía una y otra vez, insistentemente.

Pero esta vez no eran los ratones quienes le seguían, sino los niños de la ciudad quienes, arrebatados por aquel sonido maravilloso, iban tras los pasos del extraño músico.

Cogidos de la mano y sonrientes, formaban una gran hilera, sorda a los ruegos y gritos de sus padres que en vano, entre sollozos de desesperación, intentaban impedir que siguieran al flautista.

Nada lograron y el flautista se los llevó lejos, muy lejos, tan lejos que nadie supo adónde, y los niños, al igual que los ratones, nunca jamás volvieron. En la ciudad sólo quedaron sus opulentos habitantes y sus bien repletos graneros y bien provistas despensas, protegidas por sus sólidas murallas y un inmenso manto de silencio y tristeza.

Y esto fue lo que sucedió hace muchos, muchos años, en esta desierta y vacía ciudad de Hamelín, donde, por más que busquéis, nunca encontraréis ni un ratón ni un niño. 
FIN

lunes, 14 de junio de 2010

LA CIGARRA Y LA HORMIGA




Era un día de verano y una hormiga caminaba por el campo recogiendo granos de trigo y otros cereales para tener algo que comer en invierno. Una cigarra la vio y se sorprendió de que fuera tan laboriosa y de que trabajara cuando los demás animales, sin fatigarse, se daban al descanso.
La hormiga, de momento, no dijo nada; pero, cuando llegó el invierno y la lluvia deshizo el heno, la cigarra, hambrienta, fue al encuentro de la hormiga para pedirle que le diera parte de su comida. Entonces, ella respondió: "Cigarra, si hubieras trabajado entonces, cuando yo me afanaba y tú me criticabas, ahora no te faltaría comida."
MORALEJA:
Cada uno debe aprender a responder de su propia conducta.

martes, 8 de junio de 2010

HABÍA UNA VEZ... RATONCITOS



DISTRAÍDO


Había una vez, en un lugar muy lejano, una familia de ratoncitos.
La señora ratoncita Margarita,  estaba preparando una sopa muy caliente para la cena, y de repente se acordó que tenía que ir hasta la ciudad a visitar a una prima que estaba enferma.
Le pidió a su marido el señor ratoncito Pepe, que le revolviera la sopa para que no se quemara.
-         Pepito, revolvé la sopa, pero ojo no lo hagas con la cuchara chiquita porque te podes caer dentro de la cacerola.

Su marido que estaba entretenido,  mirando la tele, sin prestarle atención le dijo.

-         Si, si,  anda tranquila. Saludos a tu prima.

Margarita se fue a la ciudad.

A la media hora, Pepe se acordó que tenía que revolver la sopa. Distraído tomó la cuchara chiquita, en lugar de la grande. Cuando quiso llegar hasta la sopa para revolverla,  se cayó adentro de la cacerola. Pepe no sabía nadar, desesperado pataleaba y gritaba. Un pajarito que por ahí pasaba, escuchó los gritos. Vió que la puerta de la casita estaba abierta y entro.
Parecía estar vacía hasta que volvió a escuchar el pedido de auxilio del ratoncito.
Pio, desplegó sus alitas y voló hasta la cacerola. Con su pico,  tomó los tiradores del pantalón de Pepe que estaba desmayado.
Lo puso sobre el suelo y con sus patitas empezó a saltar en la panza del ratoncito hasta que logró que escupiera toda la sopa que había tragado y así Pepe pudo  respirar.
Su vecino el pajarito Pio, había salvado su vida. En ese instante entró Margarita que no podía creer lo que había  sucedido.

-         Te dije Pepito que debías revolver la sopa con la cuchara más grande, porque te podías caer dentro de la cacerola, nunca me prestas atención.

A partir de ese día Pio y los ratoncitos se hicieron muy amigos
 Pepe le prometió a Margarita prestarle más  atención.

Y coloradin coloradito así termina este cuentito